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Ubicada entre las principales plantas medicinales del Perú, el tabaco es una planta medicinal sagrada, utilizada en las tradiciones de purificación del cuerpo, el alma y el espíritu. Sin embargo, la cultura moderna se ha apropiado de su uso auténtico al explotar sus efectos para alimentar un mercado lucrativo. Procesado y mezclado con sustancias tóxicas, el tabaco se ha vuelto peligroso y adictivo en forma de cigarrillos, enriqueciendo a los gigantes industriales y a los gobiernos bajo el pretexto de impuestos disuasorios.

Estos excesos simbolizan una sociedad en busca de compensación, que busca llenar sus vacíos emocionales y escapar de la realidad, transformando así las plantas sagradas en productos destructivos.

En su función original, el tabaco actúa como mediador entre el mundo de los vivos y el de los espíritus. Durante los rituales chamánicos, como los de la ayahuasca, a veces se fuma o se añade a decocciones para potenciar sus cualidades curativas. A menudo se ofrece como una “purga” al comienzo de un retiro, particularmente para aquellos que requieren un enfoque más suave que el ayarpanga (planta purgante tradicional). Aunque su efecto es intenso, es purgante: una vez que se ingiere la decocción, el tabaco primero actúa como un veneno y luego se regurgita, iniciando un sutil trabajo energético que saca a relucir recuerdos enterrados o bloqueos actuales.

Esta purga es percibida como una entidad masculina, el “Abuelo Tabac”, guiada por un chamán o curandero, muchas veces también llamado tabaquero, para llevar a cabo el proceso de liberación.

Image de Alex Plesovskich

Purgarse con jugo de tabaco es poderoso porque es emético, quema toxinas, desactiva el lado destructivo que, cuando se saca a la luz, desaloja la negatividad de la mente.

Los aborígenes suelen decir que "fumar conduce a la muerte, mientras que el jugo del tabaco conduce a la vida". » En la mentalidad contemporánea, el tabaco se asocia generalmente al cigarrillo y a la enfermedad, pero el verdadero uso de esta planta sagrada, sin procesar, nos invita a redescubrir sus virtudes terapéuticas.

En la tradición amazónica, el tabaco forma parte de las solanáceas, junto con plantas como la papa y la berenjena, y se considera un ente vivo. Su elemento simbólico es el Fuego, y “quema toxinas” con su fuego purificador. Este poder de purificación se extiende a las intoxicaciones físicas y mentales, disipando pensamientos parásitos y condicionamientos ligados al pasado.

Fumar tabaco transforma adictivamente este Fuego en un Fuego destructivo. Por el contrario, purgar el tabaco libera al ego de creencias y condicionamientos, ofreciendo un retorno a una comprensión más neutral y equilibrada de uno mismo. En las tradiciones antiguas, fumar la pipa de la paz permitía poner en perspectiva los conflictos del ego y promover el discernimiento. Este proceso tenía como objetivo la reconciliación, guiado por una medicina respetada e imparcial.

La ingestión de jugo de tabaco en el ritual energiza su efecto, anclando profundamente la experiencia de purificación. Este proceso, cercano a la noción de “purgatorio”, nos invita a volver al origen de nuestros bloqueos para encontrar la clave de la comprensión y la curación interior.

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