
Música


DANZA RÍTMICA EXPRESIVA
Ven y baila...
Expresando tu plasticidad corporal...
Exterioriza tu visión interior de la Vida... llora, ríe, juega, canta y mézclate con el movimiento para convertirte en la danza misma, el éxtasis. Esta práctica de danza libre, sin técnica impuesta, invita a todos a unirse al ritmo de la música, a conectarse profundamente con ellos mismos.
Esta actividad grupal es un espacio de descubrimiento de uno mismo y de los demás, guiado por música variada –tradicional, clásica, contemporánea– que lleva al ego a un viaje del cuerpo, alma y espíritu, conectando la Tierra con el mismo Cielo. La unión de los sonidos y el cuerpo se convierte en una forma de expresar y liberar emociones y creatividad, sin palabras, sólo con el lenguaje corporal.
Durante más de un siglo, los estudios científicos han sugerido que los humanos existen en múltiples planos vibratorios: emocional, mental y corporal. La danza nos permite conectar de forma natural estos diferentes niveles, promoviendo así una integración completa del ser.
Estos ejercicios crean encuentros profundos con uno mismo y con los demás, abriendo nuevas perspectivas sobre el significado de la vida. Al ir más allá del juicio y la competencia, esta práctica promueve una comprensión complementaria y creativa, donde todos pueden descubrirse a sí mismos más allá del condicionamiento social.
La danza nos invita a vivir plenamente nuestras sensaciones, emociones y cosas no dichas. A través de la expresión instintiva del cuerpo, éste nos enseña nuevamente a anclarnos, a liberarnos de los miedos y a redescubrir la presencia.
Según la tradición de la plasticidad griega, enseñada por Suzana Miderman, quien introdujo a Jamaël en la danza expresiva, “todo movimiento se arraiga en la pelvis, la puerta a la vida. » Este camino de danza, realizado de forma consciente, ayuda a despertar el cuerpo tántrico, armonizando las polaridades de Femenino y Masculino y transmutando energías en pura creatividad.
Bailar, en definitiva, no requiere ninguna técnica específica, salvo la de abandonarse más allá de la propia mirada, para recargar las pilas, alimentar la creatividad y estar auténticamente vivo.